La evaluación
Recordemos por unos instantes cómo nos sentíamos cuando fuimos evaluados. Y reflexionemos acerca de si esas emociones nos facilitaban o nos dificultaban mostrar lo que sabíamos. Nuestra respuesta es contundente. Las emociones respecto a la posibilidad de fracasar, hacer el ridículo y decepcionar a los demás y a nosotros mismos sólo dificultan una tarea que en principio no tendría por qué ser traumática. Al finy al cabo, sólo se trata de demostrar lo que ya sabemos... ¿Por qué no ahorrarle esta experiencia a nuestros alumnos? O dicho de otro modo, ¿por qué no eliminar las características que la hacen traumática o desagradable?
El trabajo en equipo puede suavizar este trance y mejorar las condiciones para que la evaluación sea un momento tan natural y divertido como cualquier otro momento del proceso de enseñanza-aprendizaje.